Informe redactado por el Leutnant von Hopffgarten, jefe de pelotón en la 5./Pz.Rgt.3, donde relata sus vivencias durante el ataque y la toma de la localidad francesa de Wormhoudt el 28.05.1940.

Notas:
Al atardecer de este mismo día, al oeste de Wormhoudt, soldados del II./LSSAH asesinarían a un grupo de entre 80 y 100 prisioneros ingleses en lo que se conoce como la 'masacre de Wormhoudt'.

5./Panzer-Regiment 3

Leutnant von Hopffgarten







Informe sobre la batalla en Wormhoudt el 28.05.1940



Llevabamos en marcha todo el día a través de localidades destruidas, adelantando largas filas de prisioneros. Habíamos partido muy temprano desde una localidad en Boulogne. Al anochecer todavía avanzabamos en dirección noreste. Unas horas antes habíamos atravesado Watten, que hasta hacía muy poco todavía se encontraba en manos del enemigo. Frente a nosotros se escuchaba el sordo ruido del fuego de artillería, empezó a llover. La noche era negra, de vez en cuando era iluminada por paracaídas luminosos que lanzaban los ingleses desde aviones. Nos encontrabamos en un caserío todavía intacto cuando de repente recibimos la orden: "¡Aparcar y camuflar los vehículos, la compañía realiza una corta pausa!". Muertos de sueño nos tumbamos sobre un poco de paja que habíamos esparcido al lado de nuestros carros de combate; escuchamos el fuego de la batería que disparaba cerca de nosotros sus granadas contra el enemigo.

Todavía no había amanecido cuando los motores empezaron a rugir y la compañía se preparaba para reiniciar la marcha. El jefe, Oberleutnant Kapferer, nos describió rapidamente la situación: "El enemigo defiende obstinadamente su última base en la localidad de Wormhoudt. La SS-Leibstandarte Adolf Hitler atacará Wormhoudt muy temprano. El II./Pz.Rgt.3 avanzará hasta la periféria de la localidad y se mantendrá preparado para intervenir".

Al amanecer los carros de combate avanzaron entre la niebla. Pronto las nubes desaparecieron y el sol se dejó ver. Aparecieron los primeros aviones de reconocimiento enemigos acompañados de algunos cazas. No pasó mucho tiempo hasta que los camaradas de la Luftwaffe hicieran acto de presencia y los aviones de reconocimiento desaparecieran: lejanas nubes de humo que se alzaban desde el suelo era lo único que recordaba esta crísis matinal.

Alrededor de las 9:00 de la mañana alcanzamos la periféria de la localidad, un gran número de praderas rodeadas por altos setos ofrecían una buena posibilidad para poder cobijarnos detrás de ellos. Aproximadamente a 800 metros de nosotros se encontraba la localidad de Wormhoudt. En cualquier momento esperabamos la orden de ataque, pero se nos ordenó esperar. Frente a nosotros todavía todo estaba tranquilo, el fuego artillero de la noche pasada había lentamente adormecido, todos se preparaban para el último asalto. Controlamos una vez más rapidamente las armas, los motores y dormimos un poco para estar lo más frescos posibles. Fuertes explosiones nos despertaron bruscamente. El enemigo disparaba desde sus posiciones fuego de bloqueo. Los acontecimientos se sucedieron con rapidez: las granadas explosionaban frente a nosotros. De vez en cuando la metralla atravesaba los setos y golpeaba contra el blindaje de los carros de combate que se encontraban justo detrás de ellos. Tumbados al otro lado de los carros de combate, algunos de nosotros fumaban, otros conversaban y otros volvieron a dormir. Alrededor de las 12:00 horas se me comunicó: "¡Leutnant Hopffgarten presentese ante el jefe!". Por fín la esperada orden: "El jefe de la Leibstandarte, SS-Obergruppenführer Dietrich, y su estado mayor han sido cercados por el enemigo en Wormhoudt. El 3. pelotón es subordinado a la 6. compañía bajo el mando del Oberleutnant Dr. Lohrisch. Presentese con su pelotón en las afueras de la localidad ante el Oberleutnant Dr. Lohrisch, ahí recibirá nuevas ordenes".

Tras media hora el pelotón alcanzó su objetivo. Entretanto el fuego de artillería se había reforzado, nuestra própia artillería disparaba contra Wormhoudt. Poco a poco la cosa se ponía interesante. Muy cerca de nosotros un pelotón medio de la 8. compañía bajo el mando del Oberleutnant Hingst disparaba contra la torre de agua de Wormhoudt, donde se encontraban observadores avanzados de la artillería enemiga; a través de campos de grano de media altura las SS avanzaron contra Wormhoudt. El 3. pelotón asumió la protección del flanco derecho para abortar inmediatamente cualquier intento de ataque enemigo. A 500 metros de nosotros se encontraban los primeros setos y arbustos: la posición enemiga. Hasta ahí se extendían los campos de joven grano. No se veía nada del enemigo, que se encontraba perfectamente camuflado en algún lugar frente a nosotros. Su existencia unicamente era revelada por las rafagas de ametralladora que disparaba sobre nosotros. Las partes más avanzadas de las SS se encontraban ya aproximadamente a 200 metros de los primeros arbustos, cuando tambien nosotros recibimos la orden de atacar: "¡Para apoyar a las SS el 3. pelotón ataca desde el flanco derecho de la 6. compañía. Objetivo: la gran carretera que atraviesa la localidad transversalmente a la dirección de ataque. Orden de ataque por radio!". Dos minutos más tarde escuché por los auriculares: "¡Neidhardt, en marcha!". A todo gás alcanzamos rapidamente los arbustos: a muy corta distancia descubrimos 2 cañones anticarro abandonados. Alcanzamos los primeros edificios. Ordené a dos carros de combate, el del Unteroffizier Kunze y el del Unteroffizier Kellermann, avanzar por la derecha 200 metros en la localidad. Conmigo avanzaba el cuarto carro de combate del pelotón, el del Gefreiter Gebhardt, siempre muy cerca de mí. Todavía no había señales del enemigo, unicamente podíamos escucharle. Con mucha tensión observamos desde la torreta frente a nosotros, detrás de nosotros se encontraban ya los valientes hombres de las SS, que estaban ansiosos por liberar a su Obergruppenführer.

Continuamos avanzando, maldita sea, ¿dónde están los perros? Atravesamos varias vallas y verjas de hierro, parecía que los muchachos se habían escondido bajo tierra. De repente a la derecha descubrí un vehículo blindado de reconocimiento inglés. Me pareció una eternidad hasta que la torreta había girado a la derecha, disparé unos segundos antes que él: 5 cañonazos, listo. La situación frente a nosotros empezaba a animarse. Grupos de soldados ingleses armados se replegaron. A la derecha el segundo carro de combate tambien atacó, los hombres de las SS colocaron su ametralladora en posición. No debíamos detenernos, debíamos avanzar para evitar que el enemigo pudiera recomponerse. Nos encontrabamos en una calle que avanza hacia la localidad. El fuego enemigo incrementó de tal modo que apenas podíamos asomar la cabeza de la torreta para poder observar. Frente a nosotros la calle se bifurca. Yo avancé por la izquierda, Gebhardt por la derecha. La calle estaba repleta de vehículos abandonados. De repente mi conductor, Gefreiter Kremer, gritó: "Ahí delante, a la medio-derecha, cañón anticarro, ¡impacto!". Nisiquiera pude reconocer el fogonazo del cañón enemigo. Con ametralladora y cañón disparé en la dirección indicada contra una fila de setos, y entonces las dos armas se atascaron. Grité al conductor: "¡Retrocede un poco!". Mientras el conductor cambiaba de marcha y el vehículo empezaba a rodar marcha atrás, cerré los ojos un instante esperando el segundo impacto del cañón anticarro; pero no sucedió nada, ¡al parecer debí alcanzarle anteriormente! Por si no fuera bastante mala suerte la nuestra, el carro de combate resbaló en una cuneta y quedó inmovilizado. Abandoné el vehículo y pedí apoyo a los restantes carros de combate para poder recuperarlo. algo que tras muchísimo esfuerzo logramos. Totalmente sudorosos descansamos un rato y posteriormente avanzamos a través de la calle derecha, donde ya se encontraban partes de las SS, logrando alcanzar momentos después la carretera, nuestro objetivo. Los otros dos carros de combate del pelotón que habían avanzado a nuestra derecha en la localidad tambien habían alcanzado su objetivo y logrado destruir varios cañones anticarro sin sufrir ninguna baja. Un camión abarrotado de soldados ingleses que trataba de huir fué destruido por el Unteroffizier Kellermann. Logramos hacer aproximadamente 40 prisioneros y estos fueron entregados a los camaradas de las SS.

Cuando por la tarde bajo una tremenda lluvia nos reagrupamos todos sanos y salvos y se nos informó que el SS-Obergruppenführer Dietrich había sido rescatado nos alegramos muchísimo de haber podido contribuir a lograr este éxito.