Memórias de un antiguo Gefreiter perteneciente a la 3. compañía del Pz.Abt. 'Führer-Grenadier-Brigade' redactadas a medidados de 1955, donde describe sus vivencias como cargador en un Panther durante la operación Gumbinnen-Goldap (Prusia Oriental) en Octubre de 1944.

Notas:
Debido a la muy escasa y en parte contradictória información disponible sobre la 'Führer-Grenadier-Brigade' para el otoño de 1944, no me ha sido posible averiguar la estructura de combate de su batallón acorazado. Muy probablemente este batallón estaría formado por tres compañías Panther, una compañía Panzer IV/70(V) y una compañía de cañones de asalto. De igual modo tampoco he podido averiguar practicamente nada sobre su comandante, Major Horst Freiherr v. Uslar-Gleichen, antiguo comandante del Panzer-Abteilung 190 y que en Diciembre de 1944 sería condecorado de forma póstuma con el Broche de la Lista de Honor (Ehrenblattspange). Aquí puede leerse la segunda parte de las vivencias de este Gefreiter durante las operaciones en Heiderscheid en el transcurso de la operación 'Wacht am Rhein'.

03.05.1955

Rudi Becker - Wipperführt






Informe sobre mis vivencias durante las
operaciones en Goldap (Prusia Oriental) en Octubre 1944




Tras el atentado contra el Führer en Julio de 1944 se constituyó en Cottbus la 'Führer-Grenadier-Brigade'. Poco tiempo despues esta unidad fué movilizada a Prusia Oriental donde estableció un anillo de seguridad en torno al Cuartel General del Führer. Yo había sido enviado junto con otros camaradas a un curso de instrucción en Putlos / Schleswig y posteriormente me uní a la unidad, que entretanto ya se encontraba en Prusia Oriental.


Prusia Oriental - tierra de los oscuros bosques - tras alcanzar nuestra unidad y familiarizarnos con las condiciones del lugar - yo acababa de incorporarme junto con otras camaradas procedentes de la Escuela de Tiro de Putlos - el 18 de Octubre fuimos retirados del anillo de seguridad y a través de transportes ferroviários trasladados a Goldap. El batallón acorazado fué cargado en Lötzen. A través de Gerdauen nos dirigimos hacia Goldap. A pesar de que los rusos ya se encontraban muy cerca de la línea de ferrocarríl, logramos alcanzar Goldap sin entrar en contacto con el enemigo. En Goldap todo aquello que para los rusos pudiera poseer algún valor ya había sido preparado para su voladura por tropas del ejercito y del Volkssturm. Debido a que poco antes de nuestra llegada ya había partido el ultimo transporte de refugiados, todos los refugiados que todavía se encontraban en Goldap ya no pudieron ser evacuados por ferrocarríl lejos del frente.

Tras su descarga en la estación de ferrocarríl, el batallón acorazado fué inmediatamente desplegado a una zona de preparación. Para nosotros, los novatos en el frente, la situación empezaba a ser seria. Aparecieron los primeros rumores, transmitidos de tripulación a tripulación, que los rusos avanzaban sobre nosotros con 40 carros de combate Stalin. Como es natural estabamos muy nerviosos. Cuando hasta el anochecer se pudo constatar que no había sucedido nada, ya nadie le dió credibilidad a ese umor. Pero lo peor todavía estaba por llegar. Todavía durante la noche nos alcanzó la orden de intervención, cuyo contenido nosotros los soldados no conocíamos. Tambien desconocíamos el lugar donde nos encontrabamos.

El 21 de Octubre fuimos movilizados a una zona de preparación situada en una hondonada en la carretera Goldap - Gumbinnen. Desde ahí pudimos observar como a lo largo de la carretera la infantería se había atrincherado y aparentemente había librado un duro combate. En contra de lo establecido, nuestra zona de preparación se encontraba directamente detrás de la primera línea. El comandante de nuestra tripulación, Leutnant Taaks, como jefe del pelotón en punta, recibió las últimas instrucciones y posteriormente las discutió con su comandante. Nosotros pertenecíamos a la 3. compañía y nuestro comandante tuvo que asumir aparentemente por primera vez el mando de un pelotón en punta. Nosotros, la tripulación de su vehículo, nos entendíamos a la perfección con él. No era unicamente nuestro superior, tambien era un buen camarada. Tras haber sido aclarados todos los puntos, yo - en esos momentos en la función de cargador - le transmití las últimas instrucciones del jefe de pelotón al jefe del medio-pelotón a nuestra izquierda. A nosotros, los más jovenes, nos interesaba más el frente y no tardaríamos en conocerlo desde su lado más terrible.

Detrás de la carretera Goldap - Gumbinnen se podía observar un gran árbol, que según nuestras estimaciones se encontraba ya detrás de las líneas rusas. Este árbol, que no olvidaré jamás, era nuestra referencia de dirección de marcha. Desde nuestra zona de preparación debíamos avanzar 7 Km detrás de las líneas rusas y establecer una cabeza de puente en un río cuyo nombre ya no recuerdo. Este río no lo alcanzaríamos jamás.

Cuando el 23 de Octubre los carros de combate de la 3. compañía iniciaron la marcha en dirección al gran árbol, justo al alcanzar la carretera nuestro vehículo fué alcanzado por un primer impacto disparado por un cañón anticarro ruso. El proyectíl impactó contra la cúpula del comandante y rebotó, causando un agujero del tamaño de un puño. El comandante se recuperó rapidamente del susto. En un primer momento temí lo peor. Inmediatamente el comandante localizó el objetivo y dió orden de fuego. Como el Leutnant creía tener un carro de combate en frente, yo había cargado una granada perforadora. Entretanto el Leutnant reconoció su error y tuve que cargar una granada de alto explosivo para combatir el cañón anticarro. Para agravar todavía más la situación, el impacto contra la cúpula del comandante había provocado la avería del sistema eléctrico de disparo, de modo que el sistema de tiro de emergencia, actuado por un dínamo y situado bajo el artillero, tuvo que ser activado antes de poder disparar el cañón. Como habíamos anteriormente tantas veces entrenado, todo funcionó a la perfección. El primer disparo alcanzó el cañón anticarro; para asegurarnos disparamos una segunda granada de alto explosivo contra él. A nuestra derecha ya ardía el primer carro de combate. Habíamos avanzado a través de varios cañones anticarro y como estaban muy bien camuflados unicamente habíamos descubierto uno de ellos. Como cargador y debido a mis limitadas capacidades de visibilidad - unicamente disponía de un periscópio - a penas podía hacerme una idea de la situación. Gracias a nuestro comandante pude conocer más detalles. Entretanto frente a nosotros se encontraban carros de combate rusos, su número todavía era incierto. Nos enfrentabamos a ellos con unicamente 30 - 35 carros de combate. Más tarde se diría que se trataba de aproximadamente 200 carros de combate rusos. Cuando iniciamos el combate contra los carros de combate rusos, a nuestra izquierda apareció nuestro tan apreciado comandante de batallón, Freiherr von Uslar, quien con su inigualable motivación arrastró hasta el ultimo de sus hombres al combate. Este sería su último combate. Tras haber destruido 8 carros de combate rusos su vehículo sería alcanzado y él y su tripulación, gravemente heridos, serían hechos prisioneros por los rusos, a pesar de que el conductor de su vehículo de trabajo había logrado aproximarse hasta el carro de combate para rescatar a la tripulación. El vehículo de trabajo fué alcanzado por un proyectíl y su conductor pagó con la vida. El combate continuaba. Nuestro vehículo ya había sido alcanzado por varios proyectiles. Nosotros habíamos logrado destruir dos carros de combate rusos. La infantería rusa nos acosaba, motivo por el que el comandante ordenó disparar con ametralladora: unicamente era posible disparar un proyectíl, entonces la ametralladora dejaba de funcionar, motivo por el que durante la operación en más de una ocasión tuve que apagar un cigarrillo antes de acabar de furmarlo. Ante el gran número de carros de combate enemigos les dimos a estos mayor importancia. En el transcurso del combate contra los carros de combate rusos tuvimos cuatro veces la mala suerte de que las granadas no detonaran. Atendiendo a las directivas debíamos esperar tres minutos antes de extraerlas del tubo. De habernos atenido a las directivas probablemente las cosas nos hubieran salido peor.

En el transcurso del combate logramos destruir 5 carros de combate rusos, uno de ellos un Stalin, así como un cañón anticarro. Nuestro vehículo fué alcanzado por 7 proyectiles disparados por cañones anticarro y carros de combate. Uno de los proyectiles impactó en la zona bajo el cañón y rebotó, otro impactó contra el blindaje lateral izquierdo alcanzando el martillo, arrancándolo de su soporte y probablemente impidiendo así que perforara el blindaje. Dos proyectiles impactaron contra las ruedas, causando la avería de un brazo oscilante. Otro proyectíl impactó en el blindaje frontal inclinado en la zona del conductor y rebotó. Otro proyectíl impactó contra el mantelete, 3 cm al lado de la ametralladora. Esto pude constatarlo despues del combate: el proyectíl había arrancado la bocacha apagallamas de la ametralladora; fué entonces cuando entendí por qué la ametralladora unicamente disparaba un proyectíl.

En la destrucción del ultimo carro de combate - se trataba de un carro de combate Stalin - el comandante localizó el objetivo pero el artillero no pudo avistarlo a través de su óptica. El comandante permitió al artillero observar el objetivo a través de su cúpula. El artillero Richter, procedente del Ostmark, reconoció el carro de combate situado en una hondonada. Se encontraba ligeramente a la derecha de nosotros, transversalmente a nuestra dirección de marcha. Aparentemente su tripulación todavía no nos había descubierto. Cuando nuestra primera granada impactó contra el carro de combate ruso, este comenzó a girar su cañón de 12,2 cm hacia nosotros. Este primer impacto obviamente no había tenido ningún efecto. Mientras los rusos nos apuntaban con su cañón de 12,2 cm disparamos una segunda vez, alcanzando la zona entre el chásis y la torreta y logrando atascar la torreta. Nos encontrabamos en el ángulo muerto del cañón ruso. El tercer disparo logró los efectos deseados, el carro de combate ruso se incendió. Entretanto el aceite en los cilindros del freno de retroceso tenía una tan baja viscosidad que no quisimos arriesgar y decidimos finalizar el combate. Además al tratar de observar el objetivo a través de la cúpula del comandante, el artillero había pisado sin querer el sistema de tiro de emergencia situado bajo su asiento, de modo que el cañón fué disparado y el deflector casi le arrancó dos dedos. El seguro del cañón no funciona si el sistema de tiro de emergencia es activado. Teníamos por lo tanto que retirarnos y como los rusos habían sufrido graves pérdidas, ambas partes interrumpieron el combate. Retrocedimos dando marcha atrás. Tras el combate nos acuertelamos en una planta lechera en Grosskirchdorf. Sobre el paradero del portador de la Cruz de Caballero Major Freiherr von Uslar-Gleichen todavía no se sabía nada.

La planta lechera había sido precipitadamente abandonada. En dos cubas encontramos 2.000 litros de nata dulce y cientos de rodillos de queso. Tambien encontramos conservas de fruta. No creo que sea necesario detallar en qué estado nos encontramos al día siguiente. Los lavabos estaban abarrotados. Dos días más tarde nos enteramos del destino de la tripulación y de nuestro estimado Freiherr von Uslar-Gleichen. Un suboficial de un pelotón de exploración encontró a la tripulación del carro de combate del comandante en el mismo lugar donde habían sido hechos prisioneros. Entretanto esa zona había sido reconquistada. A pesar de las graves heridas que sufrían, los miembros de la tripulación habían sido aniquilados mediante un tiro en la nuca. Yo mismo tuve la oportunidad de acercarme al lugar. La mano derecha ó izquierda del comandante estaba unida al brazo unicamente por la piel y la metralla de una granada le había perforado una pierna; todavía tenía el micrófono en torno a su cuello. La cabeza del Leutnant, que ejercía de artillero, había sido tan maltratada que su rostro era irreconocible. El suboficial, que ejercía como conductor y con el que compartí una parte de mi tiempo como recluta, procedía de Frankfurt y tenía varios hijos. Su muerte me afectó de una forma especial. No pude asistir al entierro de los cadáveres pues tuvimos que trasladar nuestro carro de combate al taller. El cadáver del comandante fué trasladado a Hannover.

Debido a los daños sufridos en nuestro carro de combate pudimos gozar de unos días de tanquilidad. Una vez estos fueron reparados por las tropas de reparación y mantenimiento nos reincorporamos inmediatamente a las operaciones. Ese día nuestro carro de combate se atascó en un foso antitanque y como el Leutnant tenía que dirigir al pelotón, la tripulación se incorporó en otro vehículo. Yo tuve que quedarme con nuestro carro de combate. El Unteroffizier Müller, que tambien tuvo que quedarse con nuestro carro de combate en la función de comandante, estaba naturalmente enfadado por no poder participar en la operación. Como los rusos eran atacados por nosotros a través de un flanco, me trasladé a una colina para, en el caso de que el enemigo se acercara, poder advertir al comandante para que este pudiera volar por los aires nuestro carro de combate. Entretanto los vehículos semiorugas que seguían a los carros de combate eran sometidos a un potente bombardeo artillero de una intensidad que incluso los más veteranos apenas podían recordar haber vivido anteriormente. En la colina reinaba la tranquilidad. Frente un foso de ametralladora se encontraban dos soldados muertos. El servidor ruso de la ametralladora había abandonado su posición y se encontraba tambien muerto cerca de ella. Despues de haberme interesado por el ruso muerto me metí en el foso de la ametralladora, cuando de repente los órganos de Stalin empezaron a atacar la colina. Al parecer los rusos suponían que allí había algo más que yo. Tras el segundo ataque retrocedí a toda velocidad hasta alcanzar nuestro carro de combate. Poco despues llegó un vehículo semiorugas ambuláncia en el que se encontraba nuestro Leutnant, que había resultado gravemente herido. El cargador que había ocupado mi lugar había caído. Posteriormente apareció nuestro nuevo comandante, Hauptmann von Schönfeld. El conductor de nuestro vehículo, Unteroffizier Fischer, que no le había reconocido como nuestro comandante, le dijo: "¡Sácanos de aquí!". El comandante le respondió: "Si dependiera de mí os podíais pudrir en este foso; no os voy a remolcar ¿Por qué sois tan ineptos?". El Unteroffizier Fischer le respondió: "¡Si te tuviera delante de mis cadenas daría gas!". No he de clarificar que este nuevo comandante no disfrutaba de la misma simpatía que su predecesor. Más tarde caería en combate. Cuando al anochecer todavía nos encontrabamos en el foso, el Unteroffizier Fischer retrocedió con el objetivo de solicitar apoyo de un pelotón de recuperación. Debido a la oscuridad este pelotón no pudo encontrarnos y así tuvimos que organizar turnos de guardia. El Unteroffizier Fischer y Schröder querían estar juntos. Como nos encontrabamos en zona de operaciones el soldado Ohlendorf y yo queríamos ser cada uno asignados a un suboficial. Los suboficiales nos acusaron de ser unos cobardes y tener miedo, algo que era realmente cierto. Pero los própios suboficiales tambien tenían miedo y no querían separarse. Durante la noche un suboficial y un soldado mantuvieron guardias de dos horas. Alrededor de la medianoche escuchamos ruidos de cadenas procedentes de la zona rusa cada vez más cercanos. Teníamos las cargas explosivas preparadas. A pesar de que los vehículos estaban cada vez más cerca era imposible reconocer si eran amigos ó enemigos. Al pasar al lado de nosotros el jefe del primer vehículo se detuvo y nos alumbró con una linterna. Estabamos sorprendidos de que nos hubiera descubierto. Al ser deslumbrados por la luz de la linterna en un primer momento no pudimos reconocer a quién teníamos en frente. Cuando escuchamos palabras en alemán sentímos un enorme alivio. Se trataba de vehículos semiorugas de nuestra brigada que al mediodía se habían lanzado al combate junto a nosotros. Más tranquilizados continuamos haciendo guardias. Cuando amaneció no se veía a nadie. Finalmente se aproximó un VW Kübelwagen con un Leutnant. Como yo tenía puesta la gorra de nuestro Leutnant herido y un abrigo de guardia sin insignias de rango, traté de esconderme. El Unteroffizier Fischer me dijo "¡No seas cobarde y haz como si fueras un Leutnant!". Me acerque al Leutnant y me presenté con mi apellido, sin dar mi rango y con un ligero saludo de oficial. Le expliqué que nos encontrabamos atascados en el foso desde el día anterior. Por suerte el Leutnant nos dijo que tenía un pelotón de recuperación a su disposición que podría remolcarnos. Tras media hora nuestro carro de combate fué liberado, si bien sufría una avería en la transmisión lateral. Desde aquí trasladamos nuestro carro de combate al taller en Bartenstein, que se encontraba en el cuartel Marwitz. En la estación de ferrocarríl de Angerapp, que ya estaba siendo bombardeada por cañones rusos, fuimos cargados, no sin antes habernos cubierto con carne. Despues de haber disfrutado en Bartenstein de 14 bonitos días con mujeres alemanas y de que nuestro carro de combate fuera reparado, regresamos de nuevo al frente. En la estación cuatro peluqueras nos despidieron cantando la canción 'En el andén 4'. Exceptuando pequeñas escaramuzas, generalmente falsos ataques, en Prusia Oriental ya no entramos más en acción.

El 12 de Diciembre finalizaron nuestras operaciones en el Este y fuimos trasladados a Cottbus. Ahí fuimos refrescados durante 8 días y junto con nuevo reemplazo trasladados a un pequeño pueblo, detrás de Gerolstein y no muy lejos de Bitburg. Desde ahí marchamos a través de Bitburg - Roth - Sauer - Hohscheid - Göbelsmühle hasta alcanzar las proximidades de Heiderscheid. Conocer el Hocheifel y las Ardenas respectivamente con sus serpentinas cubiertas por la blanca nieve fué una experiencia maravillosa. Pero el romanticismo se nos pasó rapidamente. Poco antes de alcanzar Heiderscheid conocimos las actividades aéreas del enemigo. Observamos un grupo de aviones formado por entre 15 - 16 bombarderos de cuatro motores en dirección a Alemania. Al reconocer detrás de ellos dos cazas, por precaución, las tripulaciones buscaron protección debajo de los carros de combate. Para nuestra sorpresa los cazas atacaron al grupo de bombarderos y lo destruyeron por completo. En nuestra opinión se trataba de cazas de choque (Rammjäger) que, volando desde arriba hacia abajo, se lanzaban sobre los timones de dirección y de profundidad, provocándo así el desplome de los bombarderos.