Documento redactado a comienzos de Febrero de 1942 por el comandante del Panzer-Regiment 25, Oberst Eduard Hauser, donde expone al comandante de la 7. Panzer-Division su malestar y preocupación por el pésimo nivél de instrucción del reemplazo asignado a su regimiento.

Notas:
Si bien el tono empleado por Eduard Hauser en relación al reemplazo y los responsables de su instrucción puede parecer duro, es realmente moderado comparado con el empleado por sus jefes de compañía en las evaluaciones a las que se hace referencia en el documento (que debido a su extensión no incorporo en la traducción).

06.02.1942

Oberst Hauser, comandante
Panzer-Regiment 25






En relación a:
Conversación con el sr. comandante de la división el 02.02.42

Asunto:
Reemplazo desde la patria

Dirigido a:
7. Panzer-Division




Obedeciendo ordenes presento en el anexo breves evaluaciones de las tropas de reemplazo que en el transcurso de los ultimos meses le han sido asignadas al Regimiento.

He encargado en algunas compañías la aleatoria evaluación de 2 - 3 reclutas; el nivél de instrucción de los restantes hombres de reemplazo se corresponde, con poquísimas excepciones, al de los evaluados.

Las evaluaciones realizadas ofrecen un panorama sumamente deprimente; este tipo de reemplazo no supone ninguna ayuda para las compañías, más bien un lastre. Tales sujetos no son guerreros y tampoco reemplazo para nuestros mejores que dieron sus vidas con entusiasmo, sino que ya llevan dentro de sí la semilla de la falta de compromiso, la falta de camaradería, la insubordinación.

Desconozoco la trayectória de los reclutas en el batallón de reemplazo. Sin embargo, si es cierto que frecuentemente tras una breve y primitiva instrucción son transferidos al "batallón de marcha" donde durante semanas, quizás incluso meses, no realizan un regular, duro y riguroso servício con el objetivo de profundizar su formación y donde excepto los pases de lista diariamente unicamente celebran su despedida, pues pudiera ser que mañana realmente fueran puestos en marcha, además necesitan de largas semanas antes de alcanzar a la unidad de campaña y se les abandona en estaciones intermedias con poca ó ninguna supervisión y trato blando, entonces no es de extrañar que estos muchachos, ignorantes y carentes de todo porte y compostura militar lleguen al frente, donde unicamente se pueden emplear hombres duros, seguros de sí mismos y formados en las armas. Lo más deprimente es que, aunque un pequeño número de ellos disponga de buena voluntad y un carácter impecable pero desgraciadamente han sido mal instruidos, con la mayoría restante uno tiene la impresión de que no quieren, que simulan ser estúpidos y rechazan aprender para no tener que empuñar las armas y entonces no ser asignados a los carros de combate, actúan con torpeza para cuando cometan errores se les pueda achacar ignorancia. Uno tiene necesariamente la impresión que han sido tratados por los sargentos de instrucción en adelante con demasiada delicadeza, se les ha dedicado demasiado poco tiempo y que sus instructores son unos incompetentes e inutiles ó bien carecen de cualquier talento para la enseñanza. Los conceptos básicos de la conducta militar, de la formación técnica en las armas, del comportamiento en las guardias, es decir, lo que el frente debe exigir, son practicamente inexistentes y el impulso de "poder lanzarse contra el enemigo" y de "poder participar" está ausente en la gran mayoría. Para la unidad a la que son asignados esta gente son comensales indeseados que unicamente reciben con agrado su paga militar.

Desde aquí no puedo juzgar por qué sucede esto, pero estoy convencido que esta situación mejoraría inmediatamente si el oficial, el suboficial y el sargento que instruye a un pelotón de reclutas fueran enviados con sus reclutas al frente. Los jefes se esforzarían en enseñarles algo pues no querrían ser lanzados al combate con soldados no instruidos. Los comandantes en el frente sabrían inmediatamente quienes son los negligentes y por lo tanto los culpables de este miserable nivél de instrucción y estos podrían ser duramente castigados por ello. Si en algún momento en el frente hubieran demasiados oficiales, no sería ningún error asignar por un periódo de tiempo a capaces, valientes y experimentados oficiales y suboficiales al batallón de reemplazo, donde podrían legar sus experiencias en el frente. Sin lugar a dudas estos oficiales traerían otro tipo de reemplazo a sus regimientos de campaña.

En la guerra de 1914/18 cada regimiento contaba muy cerca con un batallón de reemplazo (nada que ver con los actuales batallones de reemplazo de las divisiones, que son esencialmente campos de recogida y de reparto y donde unicamente se realizan guardias y servícios de trabajo). A este batallón de reemplazo eran asignados desde la patria por un periódo de 8 - 12 semanas reclutas exclusivamente ya instruidos en la infantería; los reclutas eran ahí unicamente pulidos para el frente. El comandante del regimiento podía influir directamente sobre estos batallones de reemplazo; en ellos el recluta era instruido como el soldado que el comandante deseaba ver en su regimiento. Esta institución, adaptada a las condiciones actuales, podría tener hoy efectos muy beneficiosos.

Aprovechando la reunión con el sr. comandante de la división señalé que con el reemplazo actualmente asignado al Regimiento no puede cubrirse ninguna vacante; las vacantes siguen ahí y el número de inservibles incompetentes aumenta, pues con el actual flujo - despliegues, asignaciones, traslados, comandos de recogida, establecimiento de alojamientos, palear nieve - entrenar a gente que carece practicamente de cualquier concepto básico militar es impensable, sobretodo porque los designados instructores no se encuentran disponibles debido a que tienen que asumir otras obligaciones. Y aunque se intentase, sería una chapuza.

Pero ¿qué sucederá cuando llegue la repentina orden de reorganizar al Regimiento, cuando de repente y debido a su insuficiente instrucción se incorporen 1.000 incompetentes, entre ellos 500 reacios a aprender debido al blando trato recibido? Entonces el Regimiento carecerá de los necesarios sargentos y suboficiales, de los viejos y experimentados combatientes, que saben lo que está en juego y lo que deben primero enseñarle a los jovenes reclutas para convertirlos en expertos y audaces hombres del arma acorazada y evitar que se conviertan en un lastre, capaces no solo de cerrar una brecha sino de cubrirla, no solo de avanzar con el carro de combate ó el camión hasta el enemigo sino de atravesar exitosamente sus líneas. La falta de tenacidad, la falta de brutalidad, la falta de voluntad para imponerse frente a los civiles y soldados enemigos y la adicción a los compromisos que ya plagaron a nuestros soldados en Polonia y en Francia, todo esto ya no podrá ser por nadie erradicado de estos soldados afeminados en la patria si no se ahorran algunos hombres a quienes pueda confiarse la alta tarea de la instrucción.

Por estos motivos solicito de nuevo que instructores probados y experimentados en el campo de batalla y que actualmente no pueden ser empleados en operaciones acorazadas, sean inmediatamente asignados a la unidad de reemplazo para que así durante este periódo sin carros de combate puedan realizar un trabajo productivo.




Firmado: Hauser