Memórias redactadas el 25.03.1939 por el Hauptmann Karl Ernst Bothe (jefe de la 3. Compañía Acorazada del 'Panzergruppe Drohne' entre Noviembre de 1936 y Diciembre de 1937) sobre la recuperación nocturna de un carro de combate destruido en tierra de nadie durante la Batalla de Madrid en Febrero de 1937.

Nota:
Aquí puede leerse otro interesante informe de Bothe sobre el periódo de instrucción de su compañía en el convento de Santa Juana de la Cruz de Cubas.

Putlos, 25.03.1939

HauptmannBothe

Panzertruppenschule
Schießlehrgänge







Recuperación nocturna de un carro de combate própio entre las líneas





Según ordenes del General Franco la ciudad de Madrid, capital del país, no debía ser destruida. Por este motivo, el domingo 3 de Enero de 1937, bajo el mando del General Ordaz, sucesor del General Varela, comenzó la ofensiva para cercar el sector oeste de la ciudad.

El General Miaca, jefe del ejercito rojo, con el objetivo de rechazar la ofensiva empleó todo tipo de moderno material de guerra terrestre y aéreo así como a sus mejores tropas: las 'Brigadas Internacionales'. A pesar de ello se logró avanzar en un amplio arco hasta el flanco lateral oeste de Madrid y alcanzar al norte de Aravaca y El Plantío la orilla del río Manzanares. El terreno al norte de este sector, con sus crecientes pendientes hasta la sierra de Guadarrama, ofrecía a los rojos unas posiciones defensivas inmejorables.

Debido a la escasez de reservas a medidados de Enero la ofensiva se detuvo.

Las localidades conquistadas, los caseríos, los campos de olivos y robles y las posiciones defensivas abandonadas ofrecían un panoráma espeluznante, mudos testigos sobre, la en comparación con anteriores batallas, extrema ferocidad y la dureza de los combates que aquí se libraron. Las florecientes y bonitas localidades en las afueras de Madrid como Aravaca, El Plantío, Pozuelos de Alarcón, Majadahonda, etc. se habían convertido mayoritariamente en ruinas humeantes. Aquí, en sus propiedades, construidas mayoritariamente en un estilo moderno y equipadas con todas las modernas comodidades posibles, los antaño acomodados ciudadanos de la capital escapaban del extremo calor que se sufre en Madrid en el verano, especialmente en el mes de Junio y Agosto y que solamente ofrece una corta pausa durante las tempranas horas del día.

Antes de abandonar sus posiciones las hordas bolcheviques saquearon y destrozaron todo lo que pudieron. Su rabia al verse expulsados de este el Dorado quedó representada en las abundantes pintadas en las paredes con los más denigrantes dibujos y lemas. Naturalmente tampoco faltaban los esloganes importados desde Moscú. De esta forma, siguiendo sus más bajos instintos, unicamente puede actuar la escoria de la humanidad.

El Plantío, la zona donde se llevó a cabo la recuperación del carro de combate, es de las localidades destruidas la más cercana a Madrid. Una ancha carretera asfaltada, ahora parcialmente carcomida por los impactos de granadas, conduce desde aquí hasta el corazón de la capital.

Nuestra própia línea abarcaba desde los muros al norte de El Plantío hasta el borde este de la localidad, pasaba por la carretera principal hasta los altos al sur de ella. Las posiciones rojas en este sector se encontraban en los altos más allá del Manzanares y se extendían desde el este de la localidad hacia el sur hasta la carretera principal.

En este sector los restos de los combates eran especialmente abundantes. Entre otros 8 carros de combate rusos parcialmente incendiados que habían sido destruidos muy cerca de nuestra línea por nuestra excelente defensa anticarro así como otros vehículos semihundidos en el río tras haber estos intentado huir.

Los vehículos acorazados de los rojos eran denominados carros de combate rusos pues estos habían sido suministrados por la Unión Soviética en el marco del "pacto de no intervención". Como ya habíamos podido confirmar anteriormente estos carros de combate eran del modelo británico Vickers-Armstrong, unos comprados a Inglaterra y otros fabricados por los rusos. Estos vehículos estaban equipados con un cañón de 4,5 cm y una ametralladora pesada. Debido a sus pobres características así como a la insuficiente intrucción de las tripulaciones rojas estos carros de combate operaban casi siempre desde posiciones cubiertas al estilo de las armas anticarro.

Estos carros de combate, capturados en abundantes números, nos prestaron más tarde buenos servícios.

Algo alejado de estos carros de combate se encontraba la única victima acorazada de los nacionales: un carro de combate armado con ametralladoras y cuyo conductor había resultado muerto por un impacto de cañón.

Para nosotros era especialmente importante recuperar cuanto antes este carro de combate: al tratarse del primero de este modelo y al ser todavía desconocido para el enemigo en ningún caso podía caer en sus manos. Los bolcheviques naturalmente tenían un gran interés en capturar este vehículo, algo que en principio tenían fácil pues se encontraba unicamente a 80 - 100 metros de sus trincheras más avanzadas.

Teníamos que ser pacientes hasta poder encontrar el momento idóneo para recuperar el vehículo y hasta entonces impedir por todos los medios durante el día y durante la noche que el enemigo lográra hacerse con él.

El gran interés del enemigo por este carro de combate quedó de manifiesto en cuanto no lo destruyeron a pesar de disponer de todas las posibilidades para hacerlo.

El 30.01. por la tarde empezó a llover. La noche era negra y había niebla. Una patrulla comandanda por el Leutnant Pfannkuche de la 3. Panzer-Kompanie logró alcanzar habilmente el carro de combate. Se desmontaron el armamento y las ópticas y se extrajo la munición. En lugar del armamento se montaron palos de madera que habían sido preparados anteriormente y que durante el día no podían diferenciarse en forma y color de las ametralladoras. El cadáver del conductor no pudo ser por desgracia recuperado pues sus manos se encontraban agarrotadas a la palanca de dirección y ademas se encontraba atrapado en su silla.

En este punto debe destacarse como ayudante en esta operación a nuestro traductor Kübler. Un tipo fresco, jovial y emprendedor de 48 años. Participó en la Guerra Mundial y fué echo prisionero por los franceses. Tras el final de la guerra Kübler se marchó a trabajar a España. Gracias a su domínio del idioma español tras el estallido de la Guerra Civíl acabó como voluntario en nuestras filas. Más tarde participaría tambien en la recuperación del carro de combate. En el posterior transcurso de la guerra nos prestó, tambien en las situaciones más dificiles, los mejores servícios.

El lector podrá imaginar la alegría que sentimos tras haber logrado recuperar este importante equipo y haber de este modo impedido que cayera en manos de los rojos.

Al día siguiente el enemigo no hizo nada que pudiera hacernos sospechar que había notado algo sobre la operación de la noche anterior.

Debíamos esperar a una noche idónea para poder recuperar el carro de combate. Naturalmente solamente podía ser una noche especialmente oscura y que en los paises del sur son muy poco frecuentes. Adicionalmente debíamos de hacer algo para, ademas de los ruidos de los disparos que se producían cada noche, lograr camuflar los ruidos que necesariamente realizariamos al recuperar el vehículo y de esta forma distraer a los rojos.

Este tipo de misión, a una distancia de unicamente 80 - 100 metros delante de las tricheras enemigas, es fascinante pero desde luego no fácil.

El primer paso fué contactar con el jefe español del sector. En esos momentos este era el Teniente Coronel Losas, comandante del 4. Tabor. Esta unidad estaba formada por valiosos y experimentados marroquíes a los que generalmente se les denominaba moros. Estos espléndidos tipos tenían una devoción casi religiosa hacia nosotros los alemanes.

Estos marroquíes son comandados por escogidos oficiales españoles que ya antes de la guerra habían tenido contacto en el 'Marruecos español' con estos natos guerreros.

El Teniente Coronel Losas y su estado mayor se encontraban alojados en 'Casa Oriol', una antigua escuela jesuita que se encontraba en medio de un bosque de pinos al suroeste de El Plantío.

A este comandante le expusimos nuestra intención de llevar a cabo una recuperación nocturna del carro de combate. Tras habernos escuchado y con cara muy seria nos advirtió sobre el peligro de esta operación. Tras haberle concienciado sobre la importancia de lograr recuperar el vehículo finalmente nos ofreció todo su apoyo poniendo a nuestra disposición a uno de sus oficiales con el encargo de apoyarnos durante los necesarios preparativos así como asumir la coordinación con los otros comandantes y jefes del sector.

Los preparativos para esta operación debían planearse hasta el ultimo detalle para asegurar su éxito.

Tuvo que rechazarse la propuesta de provocar un salvaje tiroteo con el fín de camuflar el necesario ruido que haríamos al remolcar el vehículo pues el carro de combate se encontraba entre las dos líneas. Esta acción hubiera además alertado todavía más a los rojos. Adicionalmente esta operación no debía desestabilizar este sector del frente.

La solución sería mucho más sencilla.

Una peculiaridad de los marroquíes es, tras haber disfrutado del sol del sur y tiritar de frío por la noche en las trincheras, cantar sus canciones de guerra. Los marroquíes, sabedores del gran miedo que les tenían los rojos, tambien cantaban estas canciones con el objetivo de mostrar al enemigo su presencia y de este modo evitar ataques nocturnos.

A partir de este mismo momento cada día en todo el sector oeste de El Plantío los cánticos de guerra de los marroquíes empezaban al anochecer y no cesaban hasta entrada la media noche. Las primeras noches estos cánticos desataron la ira de los rojos y provocaron violentos tiroteos. Como simulada respuesta los nacionales disparaban fuego de mortero desde las trincheras. El ruido de los morteros ayudaría a camuflar adicionalmente los ruidos provocados durante nuestra operación. Al no suceder nada anormal a lo largo de las próximas noches los rojos se tranquilizaron y fueron acostumbrándose a los cánticos de guerra.

Entretanto ya era Jueves 4. de Febrero de 1937. Luna nueva y niebla eran factores ventajosos para llevar a cabo la operación.

En la estación de ferrocarríl del aeropuerto de Cuatro Vientos, al sur de Madrid, habíamos conseguido cinco gruesos cables de acero que unidos entre sí alcanzaban un largo de aproximadamente 400 metros. A través de las trincheras transportamos este cable hasta las afueras de El Plantío. Aquí, protegido por los restos de muros a lo largo de la carretera principal de esta localidad y que parcialmente formaban parte de la primera línea sería tendido el cable de remolque. Todas las unidades marroquíes en el sector fueron nuevamente informadas sobre nuestras intenciones. Los moros estaban tan entusiasmados que casi todos hubieran deseado participar en la operación. Aún y así era importante emplear el mínimo número de hombres. Por este motivo se eligieron seis marroquíes para tender el cable y a otros seis de los suyos para ofrecerles protección de fuego. Adicionalmente se creó un grupo con el encargo de retirar una barrera en la carretera principal al este de la localidad cuya finalidad era bloquear el paso de carros de combate en dirección a Madrid. Tambien la composición de la tropa de recuperación fué cuidadosamente planeada: Por un lado el conductor del carro de combate y un acompañante, adicionalmente dos hombres para fijar cada extremo del cable de recuperación al carro de combate correspondiente. Dos hombres más con la misión de liberar al conductor muerto y extraer su cadáver a través de la apertura de la torreta. Con este fín disponíamos de una larga sabana oscura procedente de una de las villas saqueadas. El cuerpo del conductor tenía que ser extraido del vehículo por la torreta pues la escotilla del conductor se había atascado y no era posible desatascarla sin provocar todavía más ruido.

Llegado a este punto he de destacar especialmente al conductor del segundo carro de combate, el valiente y siempre alegre Unteroffizier Butz de la 3. Panzer-Kompanie, que había sido recientemente instruido como conductor y que caería más tarde en el frente del norte durante una patrulla.

Todo estaba perfectamente preparado y lo único que faltaba era esperar a la oscuridad. Algunos oficiales españoles y jefes de unidades moras se trasladaron a nuestro puesto de mando en el sótano de una villa en ruinas.

Los enlaces iban y venían. Poco a poco empezaba a oscurecer. Para nuestra operación debía oscurecer todavía más. Alrededor de las 21 horas iniciamos nuestro trabajo. Los bravos marroquíes habían iniciado ya sus cánticos de guerra, en esta ocasión y en algunos puntos del sector debido a su entusiasmo con mayor volúmen que los días anteriores.

Quien haya escuchado una vez los cánticos de guerra de los marroquíes, especialmente cuando atacan, no lo olvida con mucha facilidad.

La barrera antitanque en las afueras de la localidad fué rapidamente desmantelada. El carro de combate remolcador, moviéndose marcha atrás, sin luz y haciendo el menor ruido posible, alcanzó las afueras de El Plantío. Los habiles moros tendieron en gran silencio el cable de remolque hasta alcanzar el carro de combate destruido. Hasta ahora todo había funcionado a la perfección. Retirar el cuerpo del conductor muerto con sus manos agarrotadas a la palanca de dirección no fué fácil pero tras unos minutos tambien se logró. En el interior del vehículo, inundado por un penetrante olor a muerte, el Unteroffizier Butz se sentó en el lugar del conductor. Tras haber sido fijado el cable de acero al carro de combate se dió la orden de iniciar el remolque. Tras haberse movido el carro de combate remolcador unos metros el cable de acero al ser tensado se partió en dos provocando un sordo estallido. Al romperse y debido a la fuerte tensión el cable produjo chispas al impactar contra el asfalto de la carretera. Los rojos tenían que haber notado algo. Los tiroteos en este sector aumentaron en relación con noches anteriores. Encontrar el punto donde el cable se había roto no fué fácil debido a la gran oscuridad y menos aún el volver a unir sus dos extremos, algo que finalmente tambien se logró. Tras el segundo intento de remolque el cable volvió a romperse de nuevo, teniendo que ser este acortado para poder volver a ser reparado, motivo por el que el vehículo remolcador se vió obligado a acercarse todavía más a las posiciones rojas. Tomar esta decisión no fué fácil pues no queríamos perder un segundo carro de combate. Por momentos aumentaba la posibilidad que los rojos iniciaran un ataque contra nosotros. Entretanto los cánticos de los moros habían sido parcialmente silenciados por un fuerte tiroteo y los disparos de nuestros morteros. El enemigo respondió tambien con fuego de mortero.

La operación debía tener éxito.

Metro a metro el carro de combate destruido fué remolcado hacia las afueras de El Plantío y de este modo en dirección hacia nuestra línea. Los moros que aseguraban la operación vigilaban las líneas enemigas ante cualquier movimiento sospechoso, algo muy peligroso pues debido a la gran oscuridad era imposible diferenciar entre amigo y enemigo. Los movimientos y los disparos procedentes de las trincheras rojas aumentaban por momentos. Los rojos debían temer una operación de los nacionales a gran escala. Quizás habían descubierto nuestras verdaderas intenciones.

Debido al fuerte fuego de fusíl y ametralladora al que nos veíamos expuestos durante el proceso de remolque tuvimos que cubrirnos detrás de los dos carros de combate. Los moros que nos ofrecían protección avanzaban con nosotros dando saltos. Estos minutos nos parecieron horas, hasta que finalmente logramos alcanzar las ruinas del muro de la primera villa de la localidad. El potente tiroteo se había extendido al resto del sector y reinaba el nerviosismo; los cánticos de los marroquíes habían sido silenciados por los disparos. Logramos alcanzar el centro de la localidad donde nos encontrabamos medianamente seguros frente a los disparos procedentes de la línea roja. El cuerpo del conductor muerto, que había sido fijado en la parte trasera del carro de combate remolcado, fué entregado como había sido planeado a sus camaradas que nos esperaban. Un nuevo falangista había tenido que dejar su vida en esta lucha por la libertad de la España nacional. Sus camaradas le enterraron en el cementerio de los héroes de Griñón.

Todavía durante la noche se nos comunicó la felicitación del comandante del sector, el Teniente Coronel Losas, por el exitoso remolque del carro de combate y nosotros le agradecimos todo el apoyo prestado. El comandante estaba pletórico por el éxito logrado en la operación. Estuvimos muchas horas reunidos en su cuartel con oficiales de su estado mayor y otros jefes del sector. Escuchamos muchas cosas bonitas pero tambien otras terribles de los tiempos anteriores a la guerra. Ellos tambien escucharon las notícias de nuestra patria, de su caída y renacimiento con la llegada de nuestro Führer como canciller del Reich.

"Tras la liberación de nuestra patria de las garras bolcheviques deseamos un gran y bonito futuro así como una profunda y duradera amistad con vuestro gran y orgulloso país" fueron los honestos deseos que los españoles nos dedicaron antes de despedirnos con el para nosotros ya normal lema: 'Arriba España' y que sería respondido por ellos con un agradecido 'Viva Alemania'.



Firmado: Bothe