Carta redactada por el comandante del Panzer-Abteilung 202 en Julio de 1944 dirigida al comandante de la Escuela de las Tropas Acorazadas de Bergen donde describe la insatisfactória situación
de este batallón acorazado en los Balcanes.
Nota:
La equipación del Pz.Abt. 202, primero con material francés (Somua y Hotchkiss) y más tarde con material italiano (Fiat), resultaría suficiente para el combate antipartisano. Cuando en el otoño
de 1944 el Pz.Abt. 202 se enfrentó con sus M15/42 a unidades acorazadas soviéticas equipadas con T-34 quedaría de manifiesto la absoluta inferioridad del equipo italiano. El comandante del Pz.Abt.
202 no cesaría hasta el final de la contienda en solicitar la reconversión de su batallón a material alemán (véase este documento), algo
que no llegaría a suceder.
Puesto de Mando del Batallón, 02.07.1944
Panzer-Abteilung 202
- Comandante -
¡ Estimado Sr. Oberst !
Le comunico que no he asumido la prevista posición como comandante del batallón de vehículos blindados teledirigidos por radio en Eisenach y que en su lugar he sido trasladado como comandante del Panzer-Abteilung 202 a Croacia. Le pido disculpas por la redacción de esta carta con máquina de escribir, espero que de este modo sea mejor legible.
Analizando profundamente las cosas probablemente esta segunda opción fuera la mejor, pues me hubieran faltado conocimientos técnicos sobre vehículos blindados teledirigidos por radio y además yo prefería un batallón de carros de combate. En relación a mi batallón indicar que ya fué creado en Febrero de 1941 en París como Panzer-Regiment 202 y en otoño del mismo año, tras ser equipado con material francés, fué desplegado aquí, donde desde entonces es empleado en el combate antipartisano. El cuerpo de oficiales es joven, fresco y dá una buena impresión. Mi ayudante procede del Panzer-Regiment 6, de la antigua Compañía-Ilgen. Tambien se encuentra conmigo, como jefe de pelotón, un Leutnant Warnebier, que maduró en la Compañía-Winterfeld. De este modo continuo unido de algún modo a mi viejo y querido regimiento.
En los Balcanes, tras un periódo de mucha lluvia, tenemos ahora muy buen tiempo, durante el día el sol calienta mucho y desgraciadamente aquí no disponemos de vestimenta de verano, si bien esta debe sernos asignada los próximos días. El terreno es extremadamente montañoso, unicamente es posible marchar a través de los caminos y serpentinas. Operaciones de carros de combate sobre terreno abierto y ondulado, como a nosotros nos gusta, son aquí por desgracia imposibles. Mi batallón está subordinado a un cuerpo de cazadores de montaña y su principal misión es el apoyo a la infantería, motivo por el que las tareas no son muy agradables. Las condiciones del terreno unicamente permiten operaciones de muy pequeñas unidades, razón por la que yo apenas alcanzo a dirigir como comandante. Naturalmente intento aplicar nuestros viejos y buenos principios pero me enfrento a mucha resistencia.
Es una vergüenza que en el quinto año de guerra un batallón, formado casi exclusivamente por viejos y experimentados carristas con unos conocimientos técnicos como los que hoy apenas pueden encontrarse en otros batallones acorazados, sea empleado sobre este imposible terreno en los Balcanes. Actualmente los carros de combate franceses del batallón están siendo sustituidos por material italiano. Armamento formado por cañón de 4,7 cm y tres ametralladoras italianas; peso del vehículo 15 toneladas; motor 170 caballos; máximo grosor del blindaje frontal 45 mm. Los vehículos que recibimos han sido abandonados por las SS y nuestro pelotón-taller debe restaurar su operabilidad. Existen muy grandes dificultades en la obtención de recambios, elevado número de bajas provocadas por el terreno montañoso. Nuestras operaciones son un sinsentido. Los carros de combate son empleados parcialmente como busca-minas, en otras ocasiones con grupos de infantería ó bien como escolta de otros vehículos. He mostrado mi más absoluto desacuerdo con este tipo de operaciones y al menos he conseguido que mis compañías, que se encontraban separadas hasta 300 Km entre sí, hayan sido acercadas más a mí. Como actualmente gozamos de un periódo de tranquilidad trato con todos los medios disponibles de reforzar la instrucción. Lo más difícil es la instrucción de los oficiales, pues como están tan alejados entre sí no puedo concentrarles a todos con el objetivo de que sean instruidos tacticamente. Mi tarea principal es la de moverme de compañía en compañía y comprobar que se aplican los principios de operaciones de carros de combate. Las marchas hasta las compañías son extremadamente difíciles, durante el día totalmente imposibles, pues la superioridad aérea del enemigo es tal que los cazabombarderos vigilan todas las carreteras y atacan tambien vehículos individuales. Los cazabombarderos no cesan su ataque hasta que el vehículo ha sido destruido y su tripulación abatida. Por este motivo todas las marchas deben realizarse durante la noche y con escolta, pues el peligro de partisanos es constante y además casi todas las carreteras han sido minadas. De este modo visito de vez en cuando a mis unidades con una escolta formada por un par de motocicletas y un grupo de rastreadores de minas. Se me ha asegurado que proximamente el batallón será concentrado para apoyar el rechace de un hipotético desembarco inglés en la costa. Espero que no se quede en una una simple promesa. A través de mi antecesor he tratado de traer hasta aquí a un oficial del In 6 para que vea nuestras operaciones y tras tres años en los Balcanes podamos volver a ser empleados en misiones de carros de combate sensatas. Desgraciadamente hasta estos momentos no he tenido éxito. Debido a que se me ha prohibido cualquier tipo de comunicación con el In 6, pues se teme que estas escandalosas operaciones fueran duramente censuradas, no puedo nisiquiera enviar un informe al departamento correspondiente para tratar de cambiar algo. Sr. Oberst, le estaría extremadamente agradecido si cuando tuviera la próxima oportunidad pudiera discutir con el Generaloberst Guderian sobre nuestra triste situación. Aquí es como hablar con las paredes, se nos alaga con todo tipo de bondades y se nos considera como el hijo predilecto, pero no se tiene absolutamente ningún tipo de consideración ante nuestras reclamaciones. Soy consciente de las actuales dificultades, pero estoy convencido que una sóla compañía de cañones de asalto podría asumir este tipo de misiones, así como que mi batallón, equipado con el material correspondiente, sería para cualquier división acorazada de una gran utilidad.
Cuando haya reunido más experiencias sobre nuestras operaciones aquí, me tomaré la libertad de escribir un correspondiente informe para la Escuela, que muy probablemente podrá ser empleado para enseñar cómo no deben hacerse las cosas.
Espero que el Sr. Oberst en Bergen no tenga demasiado trabajo y dificultades, así como que pueda mantener a la mayoría de sus oficiales, a los que desde aquí quiero saludar.