Informe redactado a mediados de Junio de 1943 por el comandante del Sturmgeschütz-Abteilung 243, Hauptmann Siegfried Keißhold, sobre las experiencias realizadas durante la operación 'Hildegard' con la incorporación en el cañón de asalto de un observador adelantado de la artillería en lugar del comandante del cañón.

15.06.1943

Sturmgeschütz-Abteilung 243
- Abt. Ia -







En relación a:
Informe sobre experiencias del A.R.17 del 11.06.43

Asunto:
Observador adelantado en cañón de asalto

Dirigido a:
XXIX.A.K./Ia Art.





Con motivo de la operación 'Hildegard' se asignó un observador adelantado del A.R.17 a un cañón de asalto equipado especialmente para este fín. El esfuerzo que ha supuesto el despliegue del cañón de asalto y el riesgo asociado para el valioso material no guarda ninguna relación con el éxito obtenido. Las razones son las siguientes:

  1. El cañón de asalto es un cañón sobre plataforma autopropulsada blindada, no un carro de combate armado móvil, su empleo como este último contradice por lo tanto la naturaleza y el diseño del arma.

  2. Las peculiares condiciones de visiblidad no permiten una observación del terreno sin restricciones, para aún y así poder aprovecharlas al máximo, se requiere de una especial instrucción y experiencia.

  3. El constante cambio de ubicación provoca dificultades en la orientación y estimación de distancias, tambien para este fín el artillero de asalto ha gozado de una instrucción especial.

  4. Un cañón que se desplaza por separado del resto de cañones de asalto y además no dispara, es rapidamente identificado por el enemigo como un cañón de mando e inmediatamente combatido.

  5. Cada miembro de la tripulación del cañón de asalto tiene diferentes funciones, cada uno tiene que poder apoyar a cualquier compañero ó reemplazarle. Daños en el cañón ó la plataforma autopropulsada tienen que ser reparados mediante la cooperación de todos. Dado que frecuentemente la vida de toda la tripulación y la conservación del equipo depende de esta colaboración, cualquier miembro de la tripulación sin la correspondiente instrucción representa en combate una decisiva desventaja y un elemento extraño. Las tripulaciones entrenan juntas durante meses y por este motivo se evita meticulosamente cualquier cambio.

  6. El observador adelantado debía ser desplegado en lugar del jefe del cañón de asalto, este último no solamente debe dirigir el cañón tacticamente, tambien tecnicamente. El conoce las capacidades y el rendimiento del cañón, sabe cómo moverlo sobre el terreno y cómo emplear correctamente su armamento. La actual fase del combate exige una exhaustiva instrucción y una amplia experiencia. Alguien que no es un artillero de asalto no puede dirigir un cañón de asalto en combate.

  7. Del informe sobre las experiencias realizadas se desprende que la diversidad de las tareas de la tripulación plantea dificultades para todo aquél que no sea un especialista, y esto sin siquiera tener en cuenta la toma de decisiones tácticas y sus consecuencias, la ejecución de ataques contra objetivos, la supervisión de la dotación, el combate con subfusíl, granadas y granadas de humo, observación del combate de la infantería y mucho más. Esto subraya particularmente lo indicado en el punto 6.
En dos años de operaciones en el Este una y otra vez se ha constatado que, ante la ausencia de un observador adelantado, el fuego de la artillería puede ser perfectamente solicitado y orientado desde el cañón de asalto. Aún y así la dirección del fuego es imposible, para asumir esta función se crearon los vehículos acorazados de observación artillera. En combate lo importante es transmitirle al artillero los resultados del reconocimiento; mediante el intercambio de puntos en el mapa esta transmisión está garantizada (por ejemplo a través de un mensaje de radio desde el cañón de asalto al regimiento de infantería: 'Posición enemiga 400 m al sur del punto 297'). El pretender dirigir la ejecución del fuego desde el cañón de asalto es descabellado, pues para ello tendría que detenerse, no disparar, ni observar el combate de la infantería, convirtiéndose así en una fácil presa para el enemigo. En combate desde el cañón de asalto solamente un hombre puede observar, el resto de la tripulación unicamente puede hacerlo asumiendo un considerable riesgo. Antes de haber recibido su formación especial, el artillero de asalto era un artillero regular, por este motivo dispone de suficientes conocimientos sobre este arma. Dado que él mismo emplea su arma de forma artillera, puede perfectamente observar los efectos de la artillería estática y orientarla contra un objetivo. Adicionalmente en combate la artillería debe contar con suficientes puestos de observación para poder controlar la zona de ataque; por lo tanto se trata más bien que desde el cañón de asalto se indiquen objetivos, que entonces deben ser combatidos a través de los puestos de observación. Debido a la estrecha y constante conexión de los cañones de asalto con la infantería tambien su conexión con la artillería está asegurada, pues con todo jefe de la infantería (batallón, regimiento) se encuentra un artillero; una conexión especial con la artillería no está dentro de las capacidades de la unidad de cañones de asalto. Esta unicamente podría darse cuando los cañones de asalto tengan que combatir carros de combate enemigos que han penetrado en nuestras líneas sin el apoyo de la infantería.

Para finalizar, estas consideraciones llevan a la conclusión que movilizar a un observador adelantado en un cañón de asalto no es práctico y que, por las razones mencionadas anteriormente, ni puede dirigir el fuego de la artillería ni dirigir el cañón de asalto.






Firmado: Keißhold, Hautpmann y Comandante